La otra cara de la moneda: bonobos
Parte II: tras la revisión de los chimpancés con Goodall, ahora otro primate cercano al ser humano, con los estudios de Franz de Waal (parte anterior)
a) Pacifismo y sexualidad
“Entre los bonobos no se producen guerras a muerte, apenas cazan, los machos no dominan a las hembras, y hay mucho, mucho sexo. (…) Los bonobos hacen el amor, no la guerra. Son los hippies del mundo primate” (De Waal, el mono que llevamos dentro 43)
Junto con los chimpancés, los bonobos son nuestros parientes más cercanos (99% de similitud en el ADN). Inicialmente, se los consideró un tipo de chimpancé (“pigmeo” o pan troglodytes paniscus). Pero algunas diferencias morfológicas y notables distinciones conductuales llevaron a que se los tomara como una especie propia (pan paniscus). En 1954 Tratz y Heck publicaron uno de los primeros estudios donde se destacaba dicha diferencia:
“El bonobo es una criatura extraordinariamente sensible y tierna, muy alejada de la Urkraft (fuerza primitiva) demoniaca del chimpancé adulto”. (Tratz y Heck en De Waal 42)
Los bonobos, al contrario del sistema patriarcal y competitivo de los chimpancés, se organizan en un matriarcado liderado por una hembra veterana. Y aunque los machos siguen siendo más fuertes y grandes que las hembras, estas consiguen controlarlos tanto por la cooperación entre ellas, como por una abundante práctica de vida sexual para aligerar las tensiones.