La otra cara de la moneda: bonobos
Parte II: tras la propagación de la idea de la agresividad en los chimpancés (parte I - Goodall), se desarrollan nuevos estudios que ponen en cuestión el predominio de este rasgo en todo primate.
a) Pacifismo y sexualidad
“Entre los bonobos no se producen guerras a muerte, apenas cazan, los machos no dominan a las hembras, y hay mucho, mucho sexo. (…) Los bonobos hacen el amor, no la guerra. Son los hippies del mundo primate.” (De Waal, El mono que llevamos dentro 43)

Junto con los chimpancés, los bonobos son nuestros parientes más cercanos (99% de similitud en el ADN). Inicialmente, se los consideró un tipo de chimpancé (“pigmeo” o pan troglodytes paniscus). Pero algunas diferencias morfológicas y notables distinciones conductuales, ameritaron que se los considerara una especie propia (pan paniscus). En 1954, Tratz y Heck publicaron uno de los primeros estudios donde se destacaba dicha diferencia:
“El bonobo es una criatura extraordinariamente sensible y tierna, muy alejada de la Urkraft (fuerza primitiva) demoniaca del chimpancé adulto.” (Tratz y Heck en De Waal, 42)
Los bonobos, al contrario del sistema patriarcal y competitivo de los chimpancés, se organizan en un matriarcado liderado por una hembra veterana. Y aunque los machos siguen siendo más fuertes y grandes, las hembras consiguen controlarlos cooperando entre ellas y reduciendo las tensiones grupales por medio de una abundante vida sexual.