Vivimos una era de desarrollo técnico solo comparable con momentos que han sido decisivos dentro de la historia humana. Así como la revolución agrícola del neolítico, por la técnica de la domesticación, dio pie al proceso que condujo al surgimiento de las primeras ciudades y civilizaciones, las últimas revoluciones tecnológicas e industriales parecen no cesar en su transformación del mundo.
En lo que respecta a los últimos siglos, existe debate sobre si estamos en presencia de una sola gran revolución con diversas fases, o si se tratan de varias diferentes y consecutivas (cf. Iñigo p. 38). De cualquier manera, para Klaus Schwab, en las últimas dos décadas habríamos entrado en un nuevo proceso que merece el título de “cuarta revolución industrial” por el alcance de sus transformaciones.
Para algunos, los recientes avances tecnológicos siguen siendo parte de la tercera revolución desarrollada en la segunda mitad del siglo XX. Esta habría dado inicio a la era de la computación, catalizando el desarrollo productivo:
“por el desarrollo de los semiconductores, la computación mediante servidores tipo ‘mainframe’ (en los años sesenta), la informática personal (décadas de 1970 y 1980) e internet (década de 1990)” (Schwab, p. 20).
Pero para Schwab, aunque los cambios de los últimos años se sustentan en este proceso previo, la cuarta revolución iría mucho más allá al generar un impacto más profundo y acelerado. ¿No hacen acaso una enorme diferencia la hiperconexión y la convergencia tecnológica de, por ejemplo, la robótica y la inteligencia artificial?
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