Big History: del origen de universo hasta hoy
¿Cuál es nuestra historia común como humanidad? No la de este o aquel grupo, ni de esta o aquella época, sino la de todos los seres humanos desde los orígenes hasta el momento presente. ¿Es posible hallar un relato semejante?
Este es el propósito de David Christian. Para él es ya posible aventurarse en un relato común que nos permita comprender un poco mejor nuestro lugar en el cosmos. El desarrollo de las ciencias, especialmente en las últimas décadas, ha facilitado la articulación de sus descubrimientos. Esto permitiría crear un relato capaz de vincular la vida del ser humano con fenómenos tan fundamentales como el origen de la vida o el universo.
Y es que, en efecto, la pregunta por el ser humano ha conducido siempre a indagar su origen. Hoy en día esto ha llevado a traspasar cada vez más las fronteras de las disciplinas, para posibilitar la adquisición de una mirada más completa e integradora:
“Quien desee comprender la historia de la humanidad deberá examinar la evolución de esa extraña especie que es la especie humana, y esto implica conocer las transformaciones que ha venido experimentando la vida en la Tierra, lo que a su vez conlleva el estudio de la evolución del propio planeta, análisis que nos conduce a estudiar la evolución y el progreso del universo entero” (GH 9).
Preguntar por la historia humana nos lleva a indagar no solo sobre sus fundamentos sociales y culturales, sino también nos conduce a abordar su cualidad de especie y ser viviente en este planeta. Con esto, las preguntas pronto se trasladan a los orígenes de la vida misma, la materia que la hace posible y el Universo en el cual, en última instancia, se ha originado.
Cosmología, Ciencias de la Tierra, Biología, Antropología, Historia y más. Todas estas disciplinas se ven implicadas e interrelacionadas al intentar desarrollar la “Gran Historia” que propone David Christian, desde los inicios del Universo hasta el momento presente del ser humano en la Tierra.
Umbrales y saltos de complejidad
Pero 13.800 millones de años de historia -con los más disímiles objetos y fenómenos- parece una tarea imposible. Sin embargo, David Christian propone darles cierto orden y sentido bajo la perspectiva de aumentos de complejidad acumulativos y crecientes. Se trataría de una serie de umbrales que -en medio de una predominante entropía del universo- elevarían el estado de organización de las cosas a un plano radicalmente nuevo, con propiedades emergentes nunca antes vistas:
“Los umbrales son los factores que dan forma a la compleja narrativa de la historia moderna de los orígenes. Son los elementos que indican la presencia de un punto de inflexión de gran calado, es decir, de un momento en el que las cosas hasta entonces existentes experimentaron una drástica reorganización o sufrieron alteraciones de alguna índole, lo que a su vez generó la aparición de propiedades nuevas o “emergentes” e hizo surgir cualidades que nunca antes se habían materializado” (GH 21).
De este modo, a lo largo de la historia del universo, ciertos ingredientes en determinadas condiciones propicias darían pie a la emergencia de una nueva forma de complejidad.
Y aunque David Christian reconoce que esta Gran Historia está aún llena de vacíos, preguntas e incertidumbres (y, por lo mismo, en constante cambio y construcción), sería posible al menos señalar con cierta seguridad 8 umbrales fundamentales, desde el origen del Universo hasta el momento presente.
Umbral 1 – El origen: el Big Bang (13.800 millones de años atrás)
“Intenta imaginar algo inimaginablemente diminuto, inimaginablemente denso e inimaginablemente caliente. Entonces, instantáneamente, ¡bang! – espacio, tiempo y todo el material molecular explotan de una manera mucho más allá de lo que las palabras pueden describir” (BHP cap1).
El inicio de la gran historia es quizás el más problemático. La evidencia es escasa y la especulación alta. Para David Christian “la idea de una ‘inicialización’ del universo sigue presentando todo el aspecto de una paradoja, tanto desde el punto de vista lógico como metafísico” (GH 30). De hecho, en este umbral no será posible señalar ingredientes ni tampoco condiciones propicias.
Sin embargo, siguiendo el paradigma principal de la ciencia actual, sí podría al menos concluirse algo fundamental: a partir del Big Bang se proveen todos los materiales básicos para todo lo que hay hasta hoy, se origina el Universo.
“En el instante en que se produjo el Big Bang, el volumen del conjunto del universo era inferior al de un átomo. En su interior se hallaba contenida toda la energía y la materia que se halla presente en el cosmos actual. Toda” (GH 31).
Aquí emerge la primera y fundamental complejidad, el salto de la nada a que haya algo. Espacio, Tiempo, Materia y Energía dan inicio al Universo.
A partir de aquí se desarrollan nuevas condiciones y fenómenos. Se expande el espacio, se separa la materia de la energía, se dividen las cuatro fuerzas o interacciones fundamentales (gravedad, electromagnetismo, fuerza nuclear débil y fuerte), comienza a tomar forma la materia (de partículas elementales a los primeros átomos de Hidrógeno y Helio), el espacio se enfría y más.
Lo esencial es que surgen y comienzan a componerse los “ladrillos” que permitirán construir todo lo que hay hasta hoy. Pero no se trata de una mera sumatoria de cosas, los umbrales siempre implican saltos, el paso a algo nuevo con propiedades que antes sencillamente no existían.
Surgirán también umbrales intermedios o menores, pero los descritos aquí son los más importantes. Entre ellos, el que da origen a todo lo existente es quizás el de mayor importancia.
“Nuestra historia de los orígenes traspasa así su primer umbral. Tenemos un universo” (GH 43).
Umbral 2 – Concentración de la materia: las primeras estrellas (13.600 m.a. atrás)
Después de algunos centenares de millones de años, aunque la expansión del espacio continuara, algo ocurrió y evitó que toda la materia y la energía se dispersara caóticamente por el Universo.
En efecto, en medio del predominio entrópico, aparece una de las más importantes condiciones para la emergencia de nuevas complejidades: la gravedad.
“Aunque el Big Bang siguiera dispersando el espacio, la gravedad se afanaba por reagrupar la energía y la materia” (GH 57).
La gravedad es lo que permite unir las cosas del Universo. En este tiempo ya se habían conformado los primeros átomos simples de Hidrógeno y Helio, con una distribución en el espacio casi por completo homogénea. Las pequeñísimas diferencias de distribución y temperatura (como revela hoy la “radiación de fondo”), llevaron a la gravedad a hacer su trabajo. Ésta acrecentó esas diferencias aumentando la materia que, por consecuencia, también incrementó la propia fuerza de gravedad, acrecentando constantemente la materia hasta conseguir inmensas nubes de Hidrógeno y Helio.
Las colisiones de estas inmensas nubes (nebulosas) de H y He, causadas por la enorme gravedad generada, consiguen aumentar las temperaturas a niveles inmensos con nuevos efectos. Así, a los 10.000.000ºC se alcanza la fusión atómica del hidrógeno. Se transforma parte de la materia en una inmensa cantidad de energía que es liberada al exterior. Sin embargo, al mismo tiempo, la gran gravedad “tira” hacia adentro, permitiendo contener y dar forma a una estructura estable: una estrella.
“Las enormes cantidades de energía que libera dicha fusión calientan el núcleo del objeto, que se expande y consigue contrarrestar la fuerza de gravedad. Llegada la reacción a este punto, el conjunto de la estructura recién creada quedará en situación estable durante millones o miles de millones de años. Ha nacido una estrella” (GH 60).
Las estrellas son estructuras complejas de larga duración con un potencial energético y gravitatorio de vital importancia tanto para constituir estructuras mayores (galaxias, grupos de galaxias, cúmulos y supercúmulos) como para formar sistemas planetarios en torno a estas (como el nuestro). Pero como se verá, aun en su fase principal de vida (“secuencia principal”), poseen poca variedad de elementos.
Umbral 3 – Estalla la tabla periódica: multiplicación de elementos (13.500 m.a. atrás)
“El tercer umbral en el gradiente de complejidad que estamos estudiando daría lugar a la aparición de nuevas formas de materia: de hecho, a todos los demás elementos de la tabla periódica. Un universo provisto de más de noventa elementos diferentes puede hacer muchísimas más cosas que uno que solo cuente con hidrógeno y helio” (GH 63).
Para que se consiguieran complejidades futuras aún mayores, era necesario una mayor diversidad de elementos. Esto solo se haría posible alcanzando mayores temperaturas en las estrellas, para permitir fusionar los núcleos del Helio y producir átomos con más protones en su núcleo (es decir, avanzando en la tabla periódica).
Estas altísimas temperaturas solo podían conseguirse en estrellas más grandes, con mayor masa, pues el efecto de la gravedad aumentaría aún más las presiones en su núcleo.
De ese modo, cuando las estrellas terminan por fusionar y gastar todos sus núcleos de Hidrógeno (1 protón) en los de Helio (2 protones), dejan de liberar energía al exterior y colapsan hacia su centro violentamente por efecto de la gravedad. Pero si la masa de estas estrellas es muy grande, ese colapso puede provocar temperaturas aún más elevadas, capaces de fusionar el Helio (tal como lo hizo con el Hidrógeno) y generar Carbono (6 protones). Y así sucesivamente, si la masa de las estrellas es incluso mayor, también podrá fusionar Carbono y producir Oxígeno (8 protones).
¿Tiene esto un límite? Sí, el Hierro (26 protones). Este sería el último elemento creado de esta manera. Sin embargo, en estrellas con masas realmente inmensas (al menos 5-7 veces la del sol), la presión generada por la gravedad llega a ser tan grande que produce una colosal explosión: una supernova.
Estas “supernova de colapso gravitatorio” no crearán solo los elementos siguientes al Hierro, sino todos los elementos que conocemos por la química. Es por esto que puede decirse con propiedad que, con esta inmensa explosión y muerte de las grandes estrellas, estalla toda la tabla periódica.
“En apenas unos minutos, la difunta estrella fabrica muchos de los elementos todavía inéditos de la tabla periódica y los dispersa con fuerza por el espacio circundante” (GH 68).
Umbral 4 – Nuevos elementos, nuevas estructuras: sistema solar y la Tierra (4.500 m.a. atrás)
Si bien tras el umbral anterior el 98% de la materia atómica seguirá siendo Hidrógeno y Helio, ya hay un 2% que estará constituido por una gran diversidad de elementos. Estos elementos posteriormente podrán combinarse (gracias a la fuerza electromagnética) en una infinidad de moléculas con nuevas propiedades.
“Todas las pautas moleculares poseen propiedades emergentes que les son característicamente propias, así que las posibilidades de la química parecen infinitas” (GH 76).
Todo el material químico nuevo se reunirá por la gravedad en grandes nubes alrededor de estrellas en formación. De este modo se formarán nuevos cuerpos astronómicos. Las nubes orbitarán comenzando un proceso fundamental de “acreción”, en el cual, tanto por la gravedad como por colisiones azarosas, aumentarán sus tamaños hasta convertirse en nuevos cuerpos en torno a la estrella que los atrae.
Es de este modo como se conforman los planetas, satélites, asteroides, cometas, etc. En algunos casos -como la Tierra- llegarán a poseer una química y estructura mucho más compleja que las estrellas que las hicieron posibles.
Ahora bien, este umbral no es exclusivo de nuestro sistema solar y sus planetas. De hecho, desde los años 90, se han observado miles de exoplanetas (4000 a la fecha y contando*), demostrando que este salto de complejidad en nuestra galaxia no es en absoluto raro.
Sin embargo, como se verá, los requisitos para el siguiente umbral son más exigentes. No solo hay muchos planetas compuestos de manera simple (Júpiter y Saturno siguen siendo, por ejemplo, predominantemente Hidrógeno y Helio), sino que incluso con una variedad química importante se necesitan condiciones muy específicas para dar otro salto en complejidad. La Tierra misma, con todas sus particularidades iniciales, tuvo que pasar por un proceso de cientos de millones de años para dejar de ser una inhóspita bola ardiente en el Eón Hádico.
Umbral 5 – De la materia a los organismos: el origen de la vida (hace 4.000 m.a. atrás)
“La vida que hoy conocemos surgió del exótico caldo químico de los distintos entornos del joven planeta Tierra, que rebosaba de elementos, hace unos cuatro mil millones de años” (GH 93).
Transcurrido el Eón Hádico, las condiciones comenzaron a tomar forma en nuestro planeta para posibilitar condiciones favorables a la vida.
Estas condiciones, señala David Christian, están relacionadas directamente por la composición de la Tierra y la distancia de la que se encuentra respecto de su estrella. La temperatura y la energía que genera el sol (directa o indirectamente) se encuentran en los parámetros justos para que se cumplan dos requisitos claves para que la materia de la Tierra pueda interactuar y complejizarse.
En primer lugar, el que haya agua, pero en estado líquido. Demasiado cerca del sol y se vuelve gas, demasiado lejos y se solidifica en hielo. En el gas los átomos, si bien se mueven mucho, están muy lejos, dificultando la interacción; en el estado sólido, si bien están muy cerca, no pueden moverse con facilidad. El agua líquida, por el contrario, permite cercanía y movilidad entre los átomos, facilitando incesantes interacciones químicas.
Y en segundo lugar, que exista energía suficiente que permita la activación de las reacciones químicas, pero sin ser excesiva, pues de lo contrario destruiría las moléculas conformadas.
De ese modo, los nuevos átomos y compuestos del planeta, en medio de agua líquida y energía justa, podrán realizar incesantes reacciones químicas y producir moléculas cada vez más complejas (ADN, ARN) hasta alcanzar, por último, el salto definitivo: los primeros organismos unicelulares (arqueas y bacterias).
La vida emergerá con propiedades nunca antes vistas, de las cuales 4 son fundamentales:
i) Metabolismo: será capaz de tomar energía del exterior para mantenerse.
ii) Homeostasis: tenderá a buscar un equilibrio entre sus condiciones internas y externas para sobrevivir.
iii) Reproducción: podrá replicarse a sí misma gracias al ADN y ARN, que especifican su configuración.
iv) Adaptación: su descendencia podrá sufrir leves modificaciones genéticas, generando diversidad en las generaciones futuras (evolución de las especies).
Sobre este último punto, David Christian profundiza sobre la larga historia evolutiva de los organismos en medio de un medio desafiante y muchas veces hostil (como prueban las grandes extinciones masivas). Para esto señala 6 umbrales “intermedios” que permitirían explicar mejor el inmenso salto observado desde un simple organismo unicelular, hasta una clase de animales tan compleja como la de los mamíferos:
1º Surgimiento de cianobacterias capaces de realizar fotosíntesis, utilizando de modo más eficiente y directo la energía del sol (3.500 m.a.);
2º las primeras células más complejas con núcleo y organelos, las eucariotas, (2.500 m.a.);
3º la especialización de estas últimas y su coordinación para formar organismos multicelulares (1.000 m.a.);
4º la concentración de algunas de esas células para dirigir mucho mejor las funciones del organismo, esto es, células nerviosas y los primeros cerebros (500 m.a.);
5º el paso del medio acuático a uno nuevo con exigencias adaptativas totalmente nuevas, a saber, el de la vida terrestre (475 m.a.);
6º por último, el surgimiento dentro del reino animal de una clase con alta capacidad para resolver problemas complejos gracias a su neocórtex cerebral: los mamíferos (250 m.a.)
Los mamíferos, tras la extinción de los dinosaurios (66 m.a.), se expandirán por toda la Tierra. Tras una larga evolución surgirá el orden de los primates, entre los cuales evolucionará una especie particular que dará un nuevo salto en las complejidades conocidas en el Universo.
Umbral 6 – Homo Sapiens: aprendizaje colectivo (hace 0,2 m.a. o 200.000 años atrás)
A partir de nuestros ancestros (orden de los primates) la evolución se desarrolla por un largo camino hasta el surgimiento del género Homo (2,4 m.a.) y, posteriormente (hace solo 200.000 años) de la particular especie que dará pie al siguiente umbral: el Homo Sapiens.
El Homo Sapiens, con un cerebro más grande, desarrollará una capacidad simbólica precisa y versátil. Esta capacidad le permitirá un constante intercambio de ideas entre individuos y comunidades junto con la posibilidad de transmitirlas a futuras generaciones. He aquí -en lo lingüístico y social- donde radica el nuevo salto de complejidad: en el ser humano emerge un auténtico aprendizaje colectivo.
“… lo que nos hace radicalmente singulares es nuestra capacidad de controlar de manera colectiva la información procedente del entorno. No nos limitamos a reunir información, como sí hacen otras especies. Da la impresión de que la cultivamos y la domesticamos, procediendo del mismo modo que los granjeros para que prosperen sus cosechas” (GH 201).
Ahora bien, considerar el nuevo umbral en una particular especie entre millones (y en un pequeñísimo lugar del cosmos) pudiera parecer sesgo antropocéntrico. Sin embargo, David Christian defiende esta idea reparando en dos aspectos que dan a la humanidad un puesto fundamental dentro del planeta y el cosmos.
En primer lugar, el Homo Sapiens se expandirá y llegará a transformar prácticamente toda la superficie del planeta. Esto a causa del aprendizaje colectivo que facilitará tanto su organización social como el desarrollo técnico capaz de explotar enormes recursos y energías de la Tierra.
En segundo lugar, y tal vez más sorprendente, resulta ser la primera especie (hasta donde sabemos) que logra volcarse sobre sí misma y la totalidad de las cosas para intentar comprenderlas: “una minúscula parte del universo está empezando a conocerse a sí misma” (GH 190). Esto no puede ser tomado como un evento menor.
Todo esto sería impensable sin el aprendizaje colectivo. Generación tras generación, el ser humano hereda su comprensión del mundo y de sí mismo. Esto dará pie y base a todo el desarrollo ulterior de las civilizaciones y su capacidad para explotar exponencialmente las energías y recursos de la Tierra tal como lo vemos hoy.
Umbral 7 – Revolución agrícola y excedente de energía: hacia las grandes civilizaciones. (hace 0,01 m.a. o 10.000 años atrás)
“A medida que la ingeniosa y extraordinariamente adaptable especie humana empieza a modificar la naturaleza para alimentarse, los cazadores-recolectores se vuelven agricultores. Esto marca un punto de inflexión en la historia. Gracias al cultivo de la tierra, la humanidad entra en la senda de la expansión. La población aumenta, y las pequeñas comunidades nómadas se convierten primero en ciudades, luego en estados y, con el tiempo, en imperios con nuevas y complejas estructuras de poder” (BH 223).
Gracias al aprendizaje colectivo, el ser humano perfecciona cada vez más su tecnología. Con ello, amplía progresivamente sus capacidades para extraer recursos y usar energía, posibilitando el sostenimiento y expansión de una sociedad cada vez más grande y compleja.
Hace 10.000 años se produce uno de los desarrollos tecnológicos más importantes para el Homo Sapiens: la revolución agrícola. Con esta gran transformación se consiguen alimentos y recursos tan grandes que se generan excedentes energéticos capaces de sustentar formas de organización social cada vez más complejas. En efecto, aumenta significativamente la población, se intensifica la especialización del trabajo y se crea la base del poder político de las primeras civilizaciones. ¿Pero qué posibilitó este salto de complejidad?
En el comienzo de este periodo (Holoceno) y tras la última glaciación, el planeta comenzó a tener un importante cambio de clima. Este se volvió más cálido, húmedo y estable, contribuyendo a las condiciones para que la agricultura fuera viable y eficiente. Junto a esto, se produjeron en distintas partes del planeta los fértiles “jardines del Edén”, con abundantes recursos. Estos permitieron que algunos cazadores-recolectores pudieran asentarse y adoptar una vida más sedentaria.
El sedentarismo, por distintas vías, estimuló el crecimiento demográfico y la densidad de población. En cierto punto -presionados por este crecimiento, el límite de recursos del medio natural y la competencia con otros grupos- estos cazadores-recolectores tuvieron que acudir y perfeccionar viejas técnicas acumuladas, junto con desarrollar otras nuevas que les permitieran aprovechar mejor el terreno del que disponían.
Es en este punto donde se intensifica notablemente la experimentación con la agricultura y la ganadería. Y, al fin, la revolución agrícola se desencadena gracias al éxito en la domesticación de ciertas especies animales y vegetales, accediendo con esto a nuevos recursos y energías:
“En pocas palabras, la actividad agrícola y ganadera surgió como consecuencia de la existencia de una especie única y extremadamente hábil que aprendió a echar mano de una creciente cantidad de información sobre las diferentes posibilidades de explotar el medio. Gracias al aprendizaje colectivo, los seres humanos descubrieron fórmulas para aumentar el porcentaje de energía y recursos que extraían de los flujos presentes en la biosfera” (GH 233).
Con los excedentes conseguidos se inicia también la historia del poder político y social. Comienza el almacenaje y la necesidad de administrar los grandes recursos obtenidos. Para David Christian, si bien en las primeras comunidades agrícolas y ganaderas la repartición de los bienes era razonablemente igualitaria, poco a poco las clases que administraban los bienes obtuvieron privilegios sobre estos, adquiriendo poder sobre los demás. A la larga será este poder lo que permitirá el gobierno de muchos y la coordinación de grandes poblaciones, y de ser necesario -tal como ocurrió por regla general- obrarán coactivamente a todo quien se niegue a obedecer:
“Estos nuevos líderes regían las vidas de cientos de miles de personas y controlaban unos flujos de riqueza tan enormes que tanto ellos mismos como sus aliados se vieron en condiciones de pagar la fuerza para, en caso necesario, imponer su voluntad (…)” (GH 254).
Es así que las primeras aldeas agrarias terminarán desarrollándose hacia formas sociales cada vez más complejas. Para David Christian se trata de una “fase secundaria del umbral propiciado por la agricultura”. A causa de esto surgirán las primeras grandes ciudades y estados (basándonos en la nueva burocracia y el ejército), para posteriormente alcanzar grandes civilizaciones agrícolas (Mesopotamia, Egipto, India, China). Y, por último, estas mismas civilizaciones, presionadas por la necesidad de más recursos, se expandirán y conquistarán nuevos territorios, estableciéndose como imperios.
El desarrollo de los sistemas sociales continuará cambiando a lo largo de los siglos. Sin embargo, para la perspectiva de la Big History, solo se podrá hablar de un nuevo salto de complejidad varios siglos después y muy cerca de nuestro presente. Si la revolución agrícola implicó un enorme salto en la obtención de recursos y energías para sostener sistemas sociales más complejos, la siguiente revolución implicará una verdadera explosión energética.
Umbral 8 – Conexión mundial y explosión energética: globalización y revolución industrial (hace 0,0002 m.a. o 200 años atrás)
“La revolución industrial fue probablemente el acontecimiento más importante de la historia mundial (…) desde la invención de la agricultura y las ciudades” (E. Hobsbawm en BH 304).
El último umbral se sitúa hace apenas un par de siglos. Si bien su inicio se prepara con la creciente interacción humana a lo largo de todo el planeta, solo se producirá el salto decisivo con el acceso a nuevas fuentes de energía capaces de sostener una complejidad aún mayor: la sociedad industrial y su globalización.
Así, el primer ingrediente se conforma con el desarrollo de una red de intercambio cada vez mayor. Si bien este proceso comenzó al mismo tiempo que se desarrollaron las grandes civilizaciones (por ejemplo, con los grandes caminos de uso militar y comercial), solo con el transcurso de los siglos alcanzó un desarrollo capaz de intensificar la red y el aprendizaje colectivo a niveles de enorme importancia. Viajeros, comerciantes, conquistadores; tecnologías, filosofías, religiones, etc. En efecto, no se trataba solo de una red intercambio de recursos y productos, sino también de personas e ideas.
Ahora bien, David Christian señala que esta red solo alcanza su carácter global a partir del intercambio colombino y los siglos posteriores. Desde fines del siglo XV se irán conectando las últimas 4 zonas que, hasta ese entonces, vivían como planetas diferentes: Afro-Eurasia con América, posteriormente Australia y las Islas del Pacífico. Con esta unión se consigue una globalización en sentido estricto: conexión de toda la humanidad por una red de incesante intercambio comercial e ideas propicias para facilitar nuevas invenciones.
Pero lo anterior no habría sido posible sin el otro ingrediente clave. Toda nueva complejidad requiere mayor energía de la que ya se disponía para sostener su organización.
“Por regla general, las megainnovaciones más relevantes son aquellas que contribuyen a liberar nuevos flujos de energía, como la fusión o la fotosíntesis” (GH 306).
El acceso a nuevos gradientes de energía fue fundamental. Con el acceso a las fuentes fósiles -acumuladas en nuestro planeta desde el período Carbonífero hace más de 360 m.a.- se desencadenó la revolución industrial. Carbón primero, petróleo y gas natural después, se desplaza el uso de fuerzas y técnicas menos eficientes (fuerza humana y animal, molinos de agua y viento).
Las nuevas fuentes de energía, canalizadas y explotadas a través de nuevas máquinas y materiales, aceleran y potencian la producción. Se rompen los ciclos maltusianos fijados por las sociedades agrarias (ascenso y descenso regular de población), provocando un crecimiento exponencial no solo de tecnologías y recursos materiales, sino también de la población en todo el planeta.
Como en todos los saltos de complejidad revisados, los efectos serán diversos. Sin embargo, para David Christian lo esencial radica en la emergencia de una sociedad de miles de millones de personas, totalmente globalizada, intensamente conectada y con acceso a inmensas energías y recursos para transformar su entorno.
¿Fin de la historia? Inicio del Antropoceno
El salto futuro a una nueva forma de complejidad no es en absoluto evidente para David Christian. La revolución moderna de la sociedad ha conducido ciertamente a la obtención de un gran poder sobre el medio, pero no necesariamente a su control.
“La actividad humana se ha convertido en el factor más influyente en el devenir de la vida en la Tierra. El impacto de la industrialización y las presiones ejercidas por la humanidad han acarreado cambios en la atmósfera, los ecosistemas y la biodiversidad, mientras que muchos recursos terrestres se van agotando. Esto ha incitado a algunos científicos a definir un nuevo periodo geológico: el Antropoceno” (BH 350).
La explotación de recursos y la obtención de energías corre el riesgo de agotarse y con esto de derrumbar lo que permite sostener la complejidad actual. A la vez, el impacto generado en el planeta ha dañado y puesto en peligro no solo la vida de otras especies, sino también el hábitat que permite la vida del ser humano en este planeta.
Y aunque puede especularse sobre un nuevo salto de complejidad basándonos en campos actualmente muy prometedores (inteligencia artificial, exploración espacial, biotecnología), para David Christian es de vital importancia la idea de sostenibilidad y de una humanidad que sepa vivir mejor con su hábitat, con las demás especies y consigo misma.
En este último sentido, conviene recordar lo que señaló el autor con relación al surgimiento del Homo Sapiens. Si bien tempranamente comienza a desarrollar un gran poder sobre el medio que habita, también desde tiempos remotos ha reflexionado sobre su origen y el sentido de su actuar sobre su mundo. En este sentido, el ser humano no estaría entregado fatalmente a las fuerzas que desencadena en el Antropoceno, pues la autoconciencia emergente de su propia complejidad le permite abrir la posibilidad de pensar y actuar para corregir rumbos que, en primera instancia, pudieran parecer inevitables.
Referencias
– [GH] La gran historia de todo, David Christian, Ed. Crítica
– [BH] Big History. David Christian y otros. Ed. DK / Cosar
– [BHP] The Big History Project. David Christian y otros. Curso gratuito online (en inglés) https://www.bighistoryproject.com/about
* Exoplanetas (https://apod.nasa.gov/apod/ap190710.html y https://exoplanetarchive.ipac.caltech.edu/ )