Cuando las condiciones históricas de una sociedad llegan a considerarse condiciones naturales se cae en el gran riesgo de creer inmutable aquello que en su esencia está sujeto a transformación. Para Roland Barthes la producción del mito es el mecanismo fundamental por el cual el ser humano ha llegado hoy a considerar lo históricamente construido como algo naturalmente dado.
Mito: implantación del concepto
Para el filósofo francés el mito ante todo es un tipo de habla, un sistema de comunicación o un modo de significación que opera, básicamente, implantando un significado (“concepto”) en la mentalidad de sus receptores de tal manera que lleguen a experimentarlo como algo que está naturalmente dado.
Para lograr esto, el mito funciona como un sistema semiológico de segundo grado en el cual hace uso de un sistema semiológico previo para dar viveza y fuerza al concepto que quiere introducir:

El mito sin suprimir el sentido del primer signo, sino manteniéndolo a disposición, logra vaciarlo o empobrecerlo a tal punto que puede llenarlo con una nueva significación: el concepto. Este concepto es fundamentalmente “arbitrario” en su conexión con el sentido y, además, se encuentra históricamente motivado (no se deriva racional o naturalmente). Para funcionar, sin embargo, requiere de cierta analogía entre el concepto y el sentido inicial para lograr robar su presencia o viveza y dársela al nuevo concepto implantado. Todo esto dado en medio de una nebulosa o ambigua mezcla que permite mantenerlos implícitamente ligados.
“El concepto se ofrece de manera global, es una suerte de nebulosa, la condensación más o menos imprecisa de un saber” (127).
Así, por ejemplo, sobre un signo de libertad (vivaz y fuerte), puede instalarse un concepto consumista bajo una ambigua analogía que se toma irreflexivamente como un saber natural (“consumir es elegir”).
Lo histórico vuelto naturaleza
Para Barthes, la función esencial del mito es la naturalización del concepto. Y, cuando los conceptos conforman un sistema más amplio, entonces se abre la posibilidad de no solo instalar un concepto aislado, sino una ideología situada históricamente como si fuera parte de la naturaleza:
“El mito tiene a su cargo fundamentar, como naturaleza, lo que es intención histórica” (p. 141).
De este modo la ideología predominante (la “ideología burguesa” para Barthes) se presenta tan naturalmente que ni siquiera llega a tematizarse (nombrarse) dejando de antemano cerrada la posibilidad de pensar sus aspectos constitutivos y ponerlos bajo cuestión para abrir otras posibilidades de ser y actuar (siguiendo el ejemplo anterior, ¿somos libres eligiendo qué consumir?). La ideología instalada por el mito se vuelve radicalmente la manera de ver, sentir y actuar en el mundo.
“La ideología común ya no es cuestionada” y el mito “trastoca lo real, lo vacía de historia y lo llena de naturaleza” (141).
En este sentido, todo análisis o puesta al descubierto del operar del mito contribuye a desenmascarar la supuesta naturaleza de las relaciones que intenta establecer. El análisis permitiría poner en evidencia la arbitrariedad con el que se ha instalado el concepto y, con eso, devolver la condición histórica que tiene, negando toda fijeza o inmutabilidad de su supuesta naturaleza.
Referencia
– Mitologías, Roland Barthes. Siglo Veintiuno (2016).
Enlaces
Aquí puedes ver gratuitamente parte del libro https://books.google.cl/books?id=GVndaQxE3jMC&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false
Lo que encuentro fascinante es cómo esta idea sigue aplicándose en nuestros días, especialmente en los medios de comunicación y las redes sociales. Por ejemplo, muchas narrativas modernas refuerzan la idea de “éxito individual” como algo al alcance de todos, sin considerar las desigualdades estructurales. Este tipo de discurso funciona como un mito: simplifica y encubre realidades complejas, desviando la atención de los factores históricos o sociales que realmente las determinan.
En mi opinión, Barthes nos invita a cuestionar críticamente lo que damos por sentado y a desentrañar las capas ideológicas que hay detrás de los mensajes cotidianos. Es un ejercicio de conciencia necesario en un mundo saturado de imágenes, discursos y símbolos que moldean nuestra percepción sin que, muchas veces, nos demos cuenta. Para mí, este enfoque no solo es útil, sino esencial para entender cómo operan las dinámicas de poder en nuestra sociedad
Gracias por comentar. Totalmente de acuerdo, el significado de valores o fines claves para los seres humanos (p.e: “ser exitoso”) queda reducido -tanto en sus causas como en su significación propia- a una interpretación social e histórica muy limitada (¿es acaso e éxito solo fruto del esfuerzo personal?, ¿se expresa este siempre como éxito económico, o reconocimiento social?). Los medios, cada vez más potentes e invasivos, crean y difunden imágenes que refuerzasn dichas interpretaciones limitadas, volviendo difícil la tarea de desmontarlos y mostrar otras posibilidades. Saludos, Tomás
En mi opinión los programas de televisión y radio a menudo nos muestran ciertas ideas como si fueran naturales, como los ideales de belleza o éxito, sin cuestionar de dónde vienen. Estas representaciones son, en realidad, mitos construidos por la sociedad. Creo que es importante que los medios reflexionen sobre lo que nos muestran, porque si no lo hacen, podemos terminar creyendo que estas ideas son las únicas válidas, sin darnos cuenta de que son solo una forma de ver las cosas, no una verdad universal.
Gracias por comentar. Lamentablemente los medios están fuertemente motivados por fines económicos, no educativos o reflexivos. Sin embargo, siempre mostrar otras posibilidades de significación, o de amplitud del significado de un signo, ayuda a romper el encanto del mito. La historia, la filosofía, la literatura, las artes, etc, pueden contribuir en esta labor. Saludos, Tomás