Para el filósofo francés Pierre Hadot los ejercicios espirituales fueron en la antigüedad prácticas regulares dedicadas a convertir la propia vida en un camino progresivo de mejora de sí mismo en vistas del ideal del sabio y la vida virtuosa. Este recorrido de transformación se presentaba, al mismo tiempo, como crítica y quiebre respecto a la forma de vida predominante de la convención social, a través de la negación de los valores imperantes (riquezas, honores, placeres) y la afirmación de aquellos propios de la sabiduría (virtud, contemplación, simplicidad vital).
“(…) haz como el escultor que debe crear una estatua hermosa: quita, cincela, pule y limpia hasta que aparece el bello rostro de la estatua. Del mismo modo tú también debes quitar todo cuanto sea superfluo y enderezar lo torcido, purificando lo siniestro para convertirlo en brillante, sin dejar de esculpir tu propia estatua hasta que brille en ti la claridad divina de la virtud.” (Plotino, Enn, I 6)
Filosofía como forma de vida
La relevancia de estos ejercicios espirituales corresponde a la importancia que tiene la distinción entre filosofía como forma de vida y filosofía como discurso teórico. Para Pierre Hadot la filosofía antigua no era, como se considera generalmente, un conjunto de elaboraciones teóricas, sino un método de formación de una nueva manera de vivir y percibir el mundo, un intento de transformación del ser humano llevada a cabo por ejercicios realizados día a día.
Además, estos ejercicios espirituales no habrían quedado limitados a la antigüedad clásica, sino que habrían continuado su legado a lo largo del desarrollo de la cultura y pensamiento occidental: integración de los ejercicios espirituales antiguos en la religión cristiana; retroceso y menoscabo en la filosofía eminentemente teórica y sistemática de la modernidad; parcial resurgimiento en el siglo XIX en pensadores como Schopenhauer, Nietzsche y Bergson junto con el existencialismo de la primera mitad del siglo XX. Continua leyendo Pierre Hadot: ejercicios espirituales y filosofía como forma de vida