La pregunta por el progreso humano
En medio de periodos de crisis o grandes transformaciones de la vida humana, a menudo resulta inevitable preguntar si existe o no un progreso en la historia de la humanidad. Kant, pocos años después de la Revolución Francesa, abordó este problema e hizo un intento por dar una respuesta (Si el género humano se halla en progreso constante hacia mejor, 1798).
Su mirada se centró especialmente en la posibilidad de hacer una predicción futura (más que preguntar por el posible progreso hasta el presente) y siempre en relación a la totalidad de la humanidad según sus actos, costumbres y convivencia en común (en ningún caso pregunta por una evolución “natural” o tecnológica).
Como se verá, “sin pretensión de ser vidente”, Kant arriesgará una postura. Siguiendo las tres posibles respuestas generales al problema (progreso, decadencia o estancamiento), defenderá una de éstas apoyándose en una gran señal histórica que, a su juicio, inclinaría la tendencia en una de estas direcciones.