Plutarco: señales de progreso para una vida virtuosa

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Si asumimos que el ascenso a la excelencia o virtud (areté) no es un sendero breve ni fácil, sino largo y requerido de esfuerzos, ¿cómo podemos reconocer que no nos hemos desviado en el trayecto y que nos mantenemos por buen camino?

Hace ya casi dos milenios el filósofo griego Plutarco de Queronea (46/50 -120 d.c) dejó algunas señales para responder este problema (Cómo percibir los propios progresos en la virtud).

A continuación se presenta una breve síntesis de aquellas señales de progreso. Estas aún conservan vigencia para quienes buscan la mejora de su propio ser más allá del “éxito social” que promueve la sociedad. En efecto, para Plutarco la virtud no se define por los valores convencionales (fama, riquezas, poder y placeres) sino esencialmente por lograr una plena soberanía sobre sí mismo [1].

Es prueba de que nos encaminamos a una vida excelente:

1) Si dicha marcha se realiza de manera regular, sin grandes pausas ni desvíos.

(…) se ha de estar luchando siempre, noche y día (…) o, al menos, no se debe abandonar con frecuencia la guardia. (Moralia, 76e)

2) Si al dejar de filosofar por causa de otras ocupaciones, se le extraña, pues ya se ha llegado a reconocer el alto valor que tiene para la vida.

Por esto, igual que es señal de que un amor ha comenzado no el alegrarse con la presencia de la persona amada (pues esto es común), sino el sentirse herido y dolerse cuando se ha alejado. (77b)

3) Si hay cada vez menos dudas y malestar al contrastar lo que se deja de lado al abandonar la vida corriente (afán de fama y riquezas) por la vida virtuosa.

Pero nosotros no cambiaremos con ellos la riqueza

por la virtud, pues ésta es siempre inmutable,

pero la riqueza unas veces la posee un hombre otras otro. (Cita a Solón, 78c)

4) Si el discurso ya no se usa para aparentar frente a los otros, sino para forjar el  propio carácter.

así los que estudian filosofía, cuando pasan de los discursos elogiosos y artificiosos a un discurso que tiene que ver con el carácter y la pasión, comienzan a hacer un progreso real y no presuntuoso. (79b)

5) Si no se aprende la virtud solamente por los discursos recibidos, sino también por los actos de otros o los acontecimientos de la vida.

los que hacen más y más progresos son capaces de sacar provecho no sólo de los discursos sino también de los espectáculos y de las acciones todas, y de reunir lo apropiado y provechoso de ellos (…) [Así, por ejemplo] Brásidas habiendo cogido un ratón entre sus higos secos, al ser mordido, lo dejó. Luego se dijo a sí mismo: «¡Por Heracles!, que no hay nada tan pequeño y débil que no se salve, si tiene el valor de defenderse». (79e)

6) Si se demuestran los propios principios con acciones. 

el trasladar los razonamientos a hechos y no permitir que las palabras generen palabras, sino acciones, es un signo propio de progreso. (84b)

7) Si al dialogar con otros ya no predomina la ira, ni la vanidad al tener razón, ni el disgusto si se está equivocado. 

si (…) hemos cesado de equiparnos unos contra los otros con discursos, como con guantes de boxeo y bolas de hierro. (80b)

8) Si se habla de la vida virtuosa, siempre que sea necesario, sin importar si son muchos o pocos los que escuchan.

si, contra lo esperado, habiéndose reunido una gran audiencia no nos echamos atrás por cobardía, ni nos descorazonamos si discutimos en presencia de pocos. (80c)

9) Si para actuar virtuosamente no se necesita ningún espectador más que a sí mismo.

que el amante del bien y de la sabiduría, al tener relaciones con la virtud a través de sus acciones, se enorgullezca para sí mismo en silencio, no necesitando ni panegiristas ni espectadores. (80e)

10) Si se confiesan los propios errores o se está dispuesto a que otros lo corrijan.

Como decía en una ocasión Diógenes que al que está necesitado de salvación le conviene buscar a un amigo honrado o un enemigo fogoso, para que, al ser censurado o atendido, pueda escapar al vicio. (82a)

11) Si en los sueños ya no perturban las emociones, pues al ser gobernadas durante el día, poco a poco se acostumbran a obedecer solas.

Por eso, igual que de las bestias de carga, las que están bien enseñadas, incluso cuando el conductor suelta las riendas, no intentan dar la vuelta y abandonar el camino, sino que, como están acostumbradas, avanzan en orden, siguiendo su marcha sin tropiezo. (83a)

12) Si ya no se obedece a las pasiones desatadas exageradamente, ni se obedece nunca a las más perjudiciales de todas.

El progreso suaviza, antes que nada, los excesos y la intensidad de las pasiones. (84a)

13) Si ya no se mira con envidia a los demás que viven virtuosamente, sino que se ama sus conductas y se las intenta imitar.

es propia de un progreso verdadero, amar y querer la conducta de aquellos cuyas obras intentamos emular, y procurar hacernos iguales a ellos con un afecto que les confiera un honor elogioso. (84d)

14) Si se recuerda al virtuoso en situaciones difíciles, y se lo consulta internamente para hacerle frente.

¿cómo habría hecho esto Platón?, ¿qué habría dicho Epaminondas?, ¿cómo se habrían comportado Licurgo o Agesilao? (85b)

15) Si ante la presencia de alguien sumamente virtuoso, se lo saluda sin perturbación ni vergüenza, considerando que uno mismo se sabe en ese camino hacia la virtud.

el atreverse a salir al encuentro de esta clase de personas pone de manifiesto la entereza de un hombre que conoce su situación. (85c)

16) Si en todo detalle de la vida se continúa el perfeccionamiento de sí mismo.

… para los que ya «ha sido fabricado el cimiento de oro»  de su vida, como el de un templo o el de un palacio, no admiten al azar nada de lo que acontece, sino que, valiéndose de la razón como de una plomada, colocan cada cosa en su lugar. (86a)


Notas

[1] Sobre el gobierno de sí mismo: “(…) el alma del ser humano (…) no es simple ni de naturaleza semejante, sino que una parte posee lo inteligente y razonable, a lo que concierne gobernar y regir al humano conforme a naturaleza, mientras que la otra posee lo pasional e irracional que es errático y desordenado y necesita un vigilante.” (441f)

Referencia

- Moralia, Cómo percibir los propios progresos en la virtud, Plutarco, Gredos

- Moralia, Sobre la virtud moral, Plutarco, Gredos

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Texto de Plutarco: Cómo percibir los propios progresos en la virtud

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Publicado por

T.M.

Escritos: Tomás M. Revisión: Catalina L. (ver más)

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